viernes, 11 de septiembre de 2009

Del fantasma

Los fantasmas son lo que obtenemos como legado, a un nivel privado o político. El fantasma es la neurosis adquirida por una comprensión dada de los hechos. ...Se manifiestan como enfermedades que acosan a los herederos. El fantasma es el insomnio, el miedo a la completud, a la culminación de las cosas, a la muerte. Es una machina memorialis que se apodera del funcionamiento del pensamiento.

El fantasma se enclava como una estructura trágica del pensamiento, donde todo sucede o es para reforzar la frustración, la violencia, la transgresión originaria. Lo devastador del fantasma es que se trata de una entidad, de un estado, incapaz de mutar: es eterno, siniestro. El fantasma es un ánimo, un ánima que habita en el espíritu de un individuo, de una colectividad, de una época.

La visión tradicional del fantasma conlleva asimismo una lectura determinista de las cosas, en tanto significa una imposibilidad de cumplimiento, se vuelve un carácter, un proceder condicionado que implica la constante repetición de eventos, y, desde ahí, una previsibilidad de los acontecimientos. Lo fatal en un individuo se convierte en lo terrible y el terror para un país.

Su significado, o su falta de significación, implica infantilismo, senilidad o locura. ... Es una palabra que no significa, al carecer de un referente inmediato, pero que contiene una cualidad negativa, denotativa de un estado de precariedad y desequilibrio.

Sin embargo, dentro de esa misma lógica, evoca una nostalgia hasta cierto punto deseada. Su cualidad de deseo reprimido lo vuelve en suma presente. Potente incluso. El fantasma es también el crimen, la ilegalidad, ciertas enfermedades prestigiadas, la invisibilidad social, la muerte en tanto la desposesión de significado convencional. Significa también la posibilidad de no ser, de no tener cuerpo, de no ser nombrado. Es lo “otro”. La posibilidad de ser un “otro” y desde ahí, casi aunque no se quiera, pertenecer a la sociedad, al mundo.

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